La
poda, muchas veces cuestionada, es similar a lo que provoca la
naturaleza misma. Las heladas pueden destruir parte de los tejidos
por congelamiento, los vientos violentos rompen ramas, las
desecaciones muy fuertes ocasionan que las plantas desprendan sus
hojas. Estos factores despiertan las yemas latentes destinadas a
suplantar la perdida. Aquí veremos los objetivos de la poda y cómo
realizarla correctamente.
Cuándo
es necesario podar
· En
el momento de plantación (se realiza una poda de formación).
·
Para suprimir ramas afectadas por alguna enfermedad.
·
Cuando no se tuvo en cuenta el tamaño final de la planta en función
del lugar.
·
Cuando hay cables, luces y construcciones que hacen necesario cortar
algunas partes de la planta.
El
objetivo de la poda de formación puede ser diverso. Un árbol que se
utilizará para sombra en alineación de una calle urbana deberá
tener cierta forma que le permita coexistir con cables, tránsito de
vehículos y circulación humana. Para que no dañe los cables, se
podan las ramas que están orientadas hacia el interior de ellos,
cortando desde donde nacen para evitar que reaparezca el problema.
El
tallo deberá ser único y limpio de ramas debajo de los 2mts. No
todos los árboles tienen que tener un tronco único, muchas especies
naturalmente tienen ramificaciones desde el suelo, lo que se le suele
llamar también multitronco. En cualquiera de las dos situaciones, el
análisis de la posición de las ramas en la copa es importante desde
que son jóvenes.
Las
ramas que se entrecruzan suelen perderse con los años, generando
problemas, ciertas ramas grandes, unidas débilmente al tronco, se
romperán durante una tormenta, causando la pérdida de una parte muy
importante de la copa. Por todo eso, las podas en las etapas
tempranas, cuando las ramas son aún pequeñas, permiten que cada
ejemplar se ajuste a la nueva situación.
Si el
árbol o arbusto queda mal formado al perder una parte importante,
podar el resto en sitios adecuados estimulará la emisión de nuevas
ramas. Pero no todos se comportan igual. Por ejemplo: un fresno, un
roble o una magnolia despertará sus yemas por todo el tronco, aún
en plantas longevas. Cipreces o cedros no podrán reponer lo perdido,
las ramas restantes pueden llegar a cubrir el espacio libre, pero
nunca desde la regeneración por yemas en el tallo, pues no las
tienen.
Epoca
de poda
Muchos
prefieren podar los árboles hacia fines del invierno. Esto facilita
la práctica en especies de hoja caduca: como las ramas están
desnudas, resulta más fácil ver el trabajo a medida que lo vamos
realizando. Para las especies perennes la poda se realiza en otoño o
primavera, según la zona y la especie.
Los
cortes deben ser netos y sin ocasionar daños. Las herramientas deben
estar para ello en condiciones. Sabemos que el corte permite la
entrada de agentes patógenos, y por lo tanto debemos ser cuidadosos
en realizar esta práctica.
Todas
las plantas utilizadas para cercos densos o bien definidos requerirán
podas de formación. El despunte de sus ramas estimulará el
desarrollo de otras en el interior de la planta constantemente. Los
topiarios, tan de moda hoy en día, logran su aspecto a través de la
poda de formación que segurá realizándose mientras viva la planta.
Poda
de rosales.
-Antes
de podar, cepille bien la zona para sacar bichitos y basuritas.
-Cicatrice
con cebo de vela; de esta manera evitará la entrada de humedad o
insectos a la planta.
El
momento ideal es el mes de enero, cuando los rosales están en reposo
vegetativo. Así, les damos la forma deseada y estimulamos su
crecimiento. Cuando cortamos los tallos más viejos, los estamos
rejuveneciendo. De esta manera, conseguiremos una floración más
abundante a partir de nuevos brotes.
Cada
tipo de rosal tiene su propia técnica de poda. En el caso de los
rosales arbustivos, primero hay que eliminar todos los tallos secos,
enfermos o quemados. Deben conservarse de 5 a 7 ramas principales y
podar a 3 yemas a partir de la base. Los rosales débiles, deben
podarse muy poco y los vigorosos, bastante. Siempre se deben cortar
(corte oblicuo, liso y limpio) de manera que por debajo quede una
yema que mire hacia fuera.
La
mayoría de los rosales se podan sistemáticamente todos los años
para estimular su floración. El tratamiento variará según el tipo
de rosa: los trepadores se podan poco, únicamente para quitar
algunas ramas mal ubicadas.
Los
rosales híbridos de té se podarán entre 20 y 60 cm de altura,
según la variedad, abriendo su interior, cortando levemente por
encima de una yema orientada hacia el exterior, después de haber
limpiado la planta de sus ramas secas, débiles y entrecruzadas.
Recordar de usar siempre tijeras limpias y desinfectadas, para que el
corte sea parejo, sin astillamientos y evitar que se infecte con
plagas.
Poda
de frutales.
Los
cítricos no se podan, una poda intensa o mal realizada puede
provocar lo que se deomina alternancia: un año dará poca fruta y
grande y , al siguiente, mucha y pequeña. Para normalizarlos se
elimina parte de la fruta en formación en este último caso.
Entre
los frutales de carozo y pepita, no se podan los damascos, cerezos ni
guindos y sí durazneros, pelones, ciruelos, manzanos y perales que
requieren luz en el interior de la copa para madurar la fruta.
En un
huerto familiar, en que el objetivo no es la gran producción para
comercializar, la poda para estimular la fructificación tal como la
realizan los cultivos comerciales acortan significativamente la vida
de la planta. A medida que crece puede ser necesario quitar las ramas
más altas, para facilitar la cosecha.
Podas
de floración.
Para
estimular la floración y la fructificación es muy importante
conocer el comportamiento y la conformación de la planta. Cada
especie y hasta cada variedad tienen características diferentes.
En
muchas especies eliminar la flor seca estimula la producción de
nuevas flores. Coronitas de novia, jazmines y lavandas entre otras
(consulta con tu viverista) podadas intensamente después de la
floración estimula el desarrollo de nuevas ramas y una profusa
floración en la temporada siguiente. Pero esto no debe ser tomado
como regla general porque si realizáramos lo mismo sobre una Santa
Rita o un rosal trepador el resultado sería una cantidad de lo que
se denomina “chupones” o sea, ramas vigorosas que no florecen.
Ciertas
especies como los crespones suelen podarse para eliminar las ramitas
terminales en las que están los frutos y semillas. Esa práctica la
deteriora estéticamente, pues la siguiente brotación marcará la
zona de poda y además es de dudosa efectividad en cuanto a mayor
estímulo.
Otras
podas.
Hay
situaciones especiales en que las plantas entran en “stress”:
heladas muy fuertes, vientos violentos o cargados de sales marinas,
lluvias intensas, granizo, calores excesivos, falta o exceso de agua
prolongados, o trasplantes. En las que son sensibles a las heladas
provocarán la mortandad de tejidos de hojas, tallos, flores y
frutos. Los momentos de mayor sensibilidad son los que coinciden con
la brotación, floración y fructificación.
Sólo
nos queda esperar a que la fisiología de la planta manifieste las
zonas que perderá y el sitio de cicatrización entre lo vivo y lo
muerto. Recién en ese momento, pasado el peligro de nuevas heladas,
será el momento de realizar la poda de limpieza.
El
daño por viento sobre las hojas y ramas puede ir desde el deterioro
estético de hojas muy castigadas, la rotura de ramas de distintos
tamaños hasta el vuelco de las plantas. En los dos primeros casos,
la poda sólo se destinará a limpiar las heridas. En caso de vuelco,
seguramente como consecuencia de lluvias intensas previas a los
vientos, cumplirá la función de reducir la cantidad de follaje para
compensar el daño provocado en las raíces, equilibrando el ingreso
de agua, ahora reducido, con el egreso desde las hojas.
Cuando
el estrés es por calores excesivos, la planta seguramente perderá
hojas en cantidad y se recuperará sola. Si la causa es sequía
prolongada o exceso de agua, el efecto en la planta será similar, ya
que tanto uno como otro provocan la mortandad de raíces y por lo
tanto, la imposibilidad de la planta para captar el agua del suelo y
trasladarla hacia su interior.
La
eliminación de follaje es imperiosa para evitar la muerte de la
planta, algunas tienen capacidad para hacerlo espontáneamente, pero
no así la mayoría. Aún si fuesen coníferas hay que entresacar
abundantemente follaje sin llegar a la poda interna.
Una
situación similar se produce con el transplante, cuando a la planta
se le recortarán las puntas de las raíces y con ello, la parte más
activa de su sistema radicular. No todas las especies se comportan
igua: la capacidad de generar rápidamente raicillas nuevas es lo que
determinará cuánto debemos podar; plantas como las palmeras, que
requieren calor para su transplante no necesitan podas drásticas.
Los
árboles o arbustos que no crecen o lo hacen con síntomas de un
deterioro cada vez mayor, requieren una poda de rejuvenecimiento,
además de fertilizaciones estimulantes con nitrógeno.
A los
árboles se les realizarán podas de entresacado de ramas, y salvo
las especies en las que no se podan las puntas, como los tilos, se
despuntarán la mayor parte. Arbustos como las coronas de novia,
membrilleros de flor o laureles de flor se podarán intensamente a
unos 50 cm del suelo, desde donde brotarán muy activamente.
Poda
de arbustos.
Hay
que tener especial atención con los arbustos de jardín, ya que no
todos necesitan de un mismo tratamiento. Cuando compramos un arbusto
debemos elegirlo de acuerdo al lugar donde lo vamos a plantar. Al
conocer su tamaño y cuáles son sus hábitos de crecimiento, no hará
falta podarlo. La poda sólo serpa necesaria en los siguientes casos:
.
Cuando la planta sufre daños durante el traslado desde el vivero.
.
Cuando su forma cambia por no haber tenido suficiente espacio o luz.
.
Cuando queda demasiado grande para el lugar donde se lo ubicó. .
Cuando tiene ramas rotas o enfermas.
.
Cuando envejece y da pocas flores o sus ramas pierden color al
volverse leñosas.
.
Cuando deseamos estimular una mayor floración.
Además
debemos saber cuál es la época de la floración de los arbustos,
dato que definirá el momento ideal de la poda. Existen dos grupos de
arbustos:
. Los
que florecen en las ramas de crecimiento del año anterior a fines
del invierno y principios de la primavera. Se podan inmediatamente
después de la floración. Variedades: forsythia, lila, membrillo del
Japón, weigelia, flor de ángel, jazmín amarillo, laurentino,
etcétera.
. Los
que florecen en las ramas de crecimiento de ese año en el verano y
el otoño. Se podan a fines del invierno. Variedades: abelia,
hortensia, rosa china, laurel de flor, jazmín del cabo, lantana,
hibiscus, etcétera.
En los
arbustos hay que tener en cuenta dos tipos de podas: la de raleo, que
consiste en la supresión de una rama entera desde la base, y el
acortamiento, que consiste en podar sólo una parte de la rama
quitando la punta (yema apical) para fomentar la producción de ramas
secundarias.
Cómo
se realiza la poda de arbustos.
.
Primero se ralean (se podan desde la base) todas las ramas viejas,
secas y enfermas.
. Se
sigue con las ramas que se cruzan o los chupones.
.
Luego se estudia si una rama crece mucho más vigorosa que las otras
y se realiza un acortamiento para preservar la forma. Esto ocurre con
frecuencia en especies como la abelia y el eleagno, donde las ramas
vigorosas crecen por encima de la altura del arbusto.
. Por
último, se observa la forma y el equilibrio de la planta. De acuerdo
con lo que se haya percibido, se realiza un acortamiento de las ramas
(se despuntan o acortan sin llegar a la base).
. Nunca debemos cambiar la silueta propia de la especie. Por ejemplo, por comodidad muchos suelen podar las ramas que cuelgan de la corona de novia o del laurel en flor, dándoles un aspecto muy alejado de su forma original.
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