Cuando se trata de reciclado hay que saber ver más allá del objeto deteriorado que tenemos frente a nosotros. La mayoría de las veces, con un poco de imaginación, espíritu utilitario y mucho amor podemos darle nueva vida y convertirlos en algo que durará muchos años más. Tal es el caso de esta canastita de mimbre, por la cual nadie daba ni dos centavos.
Con muchos tiempo de uso y muchas historias para contar, esta canasta iba a ser desechada por mi vecina, que la tenia hace muchisimo tiempo. Estaba rota, despegada, sucia, húmeda y con mucho polvo.
-Así que la limpie con un pincel viejo, dándole especial énfasis a los recovecos del mimbre pues podía tener algún bichito. Después de quitarle bien el polvillo, le pasé un trapo húmedo y la rocié con un poquito de insecticida.
-Como la base estaba quebrada, corté un trozo de madera y se lo puse en la parte interna, pero sin quitar la que tenía (ya verán por qué).
-A una de las esquinas le faltaba un palito asique corté uno y lo entretejí al mimbre. Pegué todas las parte sueltas con pegamento universal.
-Una vez hecha esta tarea de limpieza, la pinte toda con látex blanco, costó un poquito llegar a todos los resquicios, pero así hay que hacerlo para que quede bien.
-Otra opción podría haber sido pintarla con barniz tonalizado para emparejar el color; dejarla así o sobre ese barniz hacer una técnica de frotado con acrílico o látex en color deseado.
-Luego elegí acrílico color azul y le hice un frotadito con un pincel viejo de cerdas duras, con muy poca pintura.
-Protegí todo con barniz mate transparente.
-Forré la madera de base con encaje que me había sobrado de un reciclado anterior, para darle una terminación más fina.
-Y como estaba toda descuadrada, hice unas manijitas con hilo sisal, anudé, despeleché y añadí un moño del mismo encaje de la base.
-Y ya quedó lista mi canasta para guardar objetos del baño, cremas, jabones, esponjas...
-O como porta cosméticos...
Les cuento la razón de por qué no retiré la base original...en el reverso me encontré con unos garabatos de letras y números y otros grafismos realizados por mi vecina (que tenía casi 90 años) o alguno de sus hijos, practicando las matemáticas o lengua...una historia que contar no quise borrarla.
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